jueves, octubre 21, 2004

Un torbellino.

Mi cabeza está dando vueltas. Me siento entre confundido y abrumado. No me gusta pelearme con mi mamá, tampoco con mi hermana, pero ahora creo que no tienen razón en enojarse de esa manera. ¿Qué chingados quiere platicar conmigo? que se dé cuenta de una vez que su oportunidad de ser un padre para nosotros ya pasó. Ahora ya no tiene caso tratar de enmendar una pseudofamilia con nosotros. Mi familia está completa: mi madre, mi hermana y yo. Es todo lo que necesito y es todo lo que tengo. Así que no le veo caso a su visita, porque no creo que pueda decir algo que me haga cambiar mi opinión. Ahora estoy más susceptible, no sé realmente porqué, pero lo estoy. En dos de mis clases empezamos a hablar de términos de Óptica y cada vez que recuerdo esa clase se me revuelve el pinchi estómago de tan sólo pensar que tengo que cursarla otra vez. Ojalá y no tenga que verle la puta cara de pendejo al mismo profesor otra vez. Eso es lo que me acosa en este día, en mi mente las ideas revolotean, tanto que no puedo pensar correctamente. El asunto con mi madre, la visita de aquél hombre y el recuerdo de la clase reprobada me tienen como un sonámbulo caminando de memoria por la calle, sin levantar la mirada, con la cabeza gacha y la mente perdida.